adivinanzas


con respuesta
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Nunca sabré si me engañan,
porque siempre viviré engañado.
Les debo tanto y los castigo tanto
(porque es preciso hacerlos sufrir).
A veces son míos, a veces soy de ellos,
me llevan, los llevo, me pesan, los quiero.
¿Quiénes son, y qué me muestran
qué hay que no puedan alcanzar,
qué prisión no puedan crear
qué mundo es el que hay sin ellos?
(Los ojos.)
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No te preocupes por ella,
nuestro ser la impide.
Antes y después tal vez,
pero ahora sólo en nuestra mente
la aniquilamos con nuestro pensar en ella,
nuestro crearla, a ella que no quiere ser.
¿Quién no es?
(Nada.)
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De todo me arrepiento menos de una cosa:
de esta confesión.
Los siglos repetidos me trajeron el remordimiento,
sólo monotonía sin soles ni quienes,
hasta decirme desde las palabras
(que han quedado, como una especie de condena redentora)
que estoy listo para no haber sido jamás
quien me trajo a hoy.
Negar, solitaria vanidad
señalada con un dedo hacia un paisaje que se borra
... con el mismo dedo.
Negar lo que es, y volverlo mentira
es la única gracia que enseñaban en mi barrio.
¿Quién he sido?
¿Qué nombre me traerán los jueces mañana?
¿Vale la pena mi triste personaje
que va envejeciendo, sin tristeza, tras la pared?
¿vale a no ser?
(El asesino.)
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¿Qué es, encontrada por este amordazado ser,
por este sinnombre sinforma encontrada,
propia de la caverna o llegada de un afuera o del fondo que ya no es caverna encontrada,
usada por él y por los ecos que la trajeron
a este momento, vos acá,
para cifrar su palabra, tocar una forma,
hacerlo vibrar estremecer los corazones del día
que se sentirán tan inexplicablemente plenos,
gozosos, pasiones, lacrimosos,
besados desde el hondo su propio ser?
¿Qué es, que eriza la piel cuando uno vuelve a su centro,
y el centro llega a la piel y uno es por un momento nadie,
ha perdido el rostro y a veces cree ver un dios,
porque así llama a veces al prisionero
que grita su verdad indómita para que lo escuchen
y no nos olvidemos de él?
(La música. El sueño. El primero que cantó. El que sueña.))
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sin respuesta
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Tornas en gris todo mi día
y como la vida a veces es espejo
a veces también mojo mi cara
y pierdo los colores en el río
que viene del sol y hacia la noche vas.
¿Quién eres?  
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No quiero creerte, porque hacerlo es no creerme.
Tengo miedo de verte por que robes mis ojos
(si el alma va hacia los ojos, hay un puente
y no es imposible tocarte).
¿Quién sos?
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No me aplastes, desde abajo
ni me tragues con tu hambre,
mezquino como eres a mi sed y a mi piel
sordo como haces el silencio en tu vientre.
Y tu tiempo, ¿cuál es tu tiempo?
¿es cierto que no tienes que soportarlo?
¿y tus dientes, tan blandos y cobardes,
tan poderosos, atractivos, magníficos?
¿Y tú? ¿quién eres?
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Buscas mi cuerpo y rechazas mis besos,
consumes mis horas y me pides mi pasado
y me pides mi futuro y me quitas mi cielo,
alientas el fuego y huyes de él
y no quieres verme, no de tan cerca.
¿Qué quieres?
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¿Qué es, que está adentro pero se ha ido?
¿Qué es, que es de afuera pero se ha infiltrado hasta la esencia,
hasta donde pierdo el rostro,
caminos desandando sus divergencias
hasta la unidad oculta, ermitaña,
presa, esclava de los rostros,
que quiere gritar desde el fondo su ser?
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Te amo, Sol, eres mi padre.
Sé que nunca te alcanzaré,
aunque te emulo, en cada obra, cada día;
te veo y no soporto mi carne
y trato de ser luz y ser cielo
y sueño con tocarte sin que me fulmines
y fundirme como tu sangre
para que me salves.
Padre, ¿quién es mi madre?
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publicado en


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para conseguirlo escribí a ernestoalaimo@yahoo.com.ar
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